La paciencia nos hace sabios.
No se apresura a sacar conclusiones sino que escucha qué dice la otra persona.
La paciencia permanece a la puerta, allí donde el enojo hace todo lo posible por entrar,
y espera a tener una visión completa de la situación antes de juzgar.
La Biblia dice:
“El lento para la ira tiene gran prudencia, pero, el que es irascible ensalza la necedad” (Proverbios 14:29).