Efecto de la envidia

Efecto de la envidia

  Efecto de la envidia


El año pasado estuvo muy lleno de cosas buenas como malas.

Por un lado, la bendición ha funcionado a lo grande en las vidas de los creyentes
de todo el mundo.
Si bien he visto a Dios moverse de manera grandiosa, también he presenciado algunas cosas que espero no volver a ver jamás.

Mi corazón ha sido derramado por mis hermanos y hermanas en la fe que renunciaron, abandonaron la Palabra y se conformaron con menos.

Eligieron realizar lo que ellos creían que podían hacer en lugar de lo que Dios les pidió que hicieran.
Al reflexionar sobre la maldad que he presenciado, me doy cuenta de que existe un hilo conductor:

Cada incidente es una táctica del enemigo para impedir que el pueblo de Dios lleve a cabo lo que Él nos ha llamado a hacer y para que reciba lo que Él les ha proporcionado.


Efesios 6:11 dice: “Ponte toda la armadura de Dios [la armadura
suministrada por Dios de un soldado bien armado], para que puedas
resistir con éxito contra [todas] las estrategias y los engaños del
diablo” (La Biblia Amplificada, Edición Clásica).


A medida que finalizamos las cosas que Dios nos encomienda que hagamos , debemos estar preparados y permanecer firmes con nuestra armadura, la Palabra de Dios.

Si vamos a salir victoriosos contra las estrategias de Satanás, las cuales son estrategias específicas y con un
propósito identificado, entonces debemos asegurarnos de que permanecemos en la Palabra y la Palabra permanece en nosotros.

Estamos donde estamos hoy porque hemos confiado en la Palabra de Dios en el pasado , pero no podemos descansar.

Debemos continuar aferrándonos a la Palabra de Dios, protegernos y proteger la bendición en nuestras vidas.
Una de las armas del enemigo que nos puede impedir caminar en todo lo que Dios tiene para nosotros es la envidia.

En Génesis 26:1-6, leemos:
Sucedió que hubo hambre en la tierra, además de la que hubo en los días
de Abraham. Así que Isaac se fue a vivir en Gerar, con Abimelec, rey de
los filisteos. Y el Señor se le apareció y le dijo: «No vayas a Egipto.
Quédate a vivir en la tierra que yo te diré. Habita como extranjero en
esta tierra, y yo estaré contigo y te bendeciré. A ti y a tu descendencia les
daré todas estas tierras, y así confirmaré el juramento que le hice a
Abraham, tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del
cielo, y a tu descendencia le daré todas estas tierras. Todas las naciones
de la tierra serán bendecidas en tu simiente, porque Abraham escuchó mi
voz, y guardó mis preceptos, mis mandamientos, mis estatutos y mis
leyes.» Y así, Isaac se quedó a vivir en Gerar.»


Nota que la obediencia de Isaac dio a luz sus bendiciones.

Medita en eso un momento: la obediencia da lugar a las bendiciones.

Dios bendecirá aSu pueblo cuando seamos obedientes a Él y a Su palabra.
En este ejemplo, Dios le dijo a Isaac que dejara su hogar, tomara su familia y empacara todas sus posesiones, y se mudara.

También le dijo que no fuera a Egipto. En cambio, Dios lo dirigió a la tierra de Gerar.
Isaac obedeció y, ¿adivina qué? Dios lo bendijo.

Pero sigamos leyendo:

«Isaac sembró en aquella tierra y Dios lo bendijo, y ese año cosechó cien veces lo sembrado y se hizo rico y prosperó.
Tanto se engrandeció que llegó a tener mucho poder.» (versículos 12- 13).


Isaac plantó en esa tierra, y recibió 100 veces más de lo que plantó.

El Señor lo favoreció con bendiciones.

Medita por un instante y recibe esa palabra rhema para tu situación específica.
Isaac caminó en obediencia, y Dios lo bendijo.

Él caminó en la bendición, y esa misma bendición todavía está disponible para ti, para mí y para todos los demás hombres y mujeres creyentes de pacto, que caminan por la fe y que declaran la Palabra.

Cualquier cosa que esté sucediendo en este mundo no es lo suficientemente fuerte como para detener el funcionamiento de la bendición en tu vida.
«Tuvo rebaños de ovejas y manadas de vacas, y mucha servidumbre.

Los filisteos lo envidiaban.» (versículo 14).

Nota que ninguno de los que lo rodeaban tuvieron problemas con Isaac hasta que vieron sus cosas.
Lo mismo sucede con nosotros.

Otras personas no tienen problemas con nosotros creyendo en la bendición del Señor hasta que comenzamos a prosperar.

Cuando eso sucede, tenemos que decidirnos.

O manejamos la manifestación de la bendición, o retrocedemos porque no queremos que nadie hable de nosotros.
Si nadie está hablando de ti todavía, es solo porque la bendición aún está echando raíces.

Está haciendo su obra, pero, como todo árbol fuerte, las raíces tienen que desarrollarse antes de que las ramas y las hojas florezcan.
Por experiencia personal puedo decirte que, cuando la bendición se hace visible, aparecerán los que te odian.

Nadie chismeaba de mí cuando solo estaba en el banco haciendo nada .

Cuando cree llamados a reinar, aun nada dijeron, creyeron que solo era una idea mía y que iba a fracasar, pero cuando comenzaron a ver que esa insignificante pagina se convirtió en un ministerio virtual, se enfurecieron.

Tanto que me pedían que la tirara, que yo era solo una mujer que no debía interactuar ni predicar porque era soltera y mujer.

Seguí porque sabía que era Dios quien me respaldaba y en vez de disminuir crecía día a día .

Entonces Se pusieron envidiosos.
La envidia es una herramienta del enemigo.

Es un “sentimiento de descontento o codicia con respecto a la ventaja, el éxito o la posesión de otro”.

Ese sentimiento enfermizo que se produce cuando uno ve el éxito de otra persona.

Es similar a los celos, que el enemigo también usa para crear confusión y destruir relaciones.

Estar celoso es resentir lo que alguien tiene o lo que ha sucedido en su vida.

Así como la envidia, los celos desean tener lo que alguien más ya tiene.

Observa lo que la envidia llevó a hacer en el versículo 15.

«Todos los pozos que en los días de Abraham, su padre, habían abierto sus criados,
los filisteos los habían tapado y rellenado con tierra.»


Ellos envidiaban a Isaac y querían privarlo de lo que él poseía.

Si continúas leyendo el mismo capítulo, verás que Isaac se mudó y cavó nuevos pozos, y en esos nuevos pozos fluyó agua.

En una tierra árida donde era difícil encontrar agua, los pozos de Isaac fluían.

Los filisteos no pudieron detener la bendición. La envidia de los demás no pudo oponerse a la bendición de Isaac… y tampoco puede detener la bendición en tu vida.
Eventualmente, los filisteos admitieron que Isaac verdaderamente estaba bendecido. Le dijeron:


«Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo. Por eso dijimos:
“Que haya ahora un juramento entre nosotros, entre tú y nosotros.”
Queremos hacer un pacto contigo, de que no nos hagas ningún daño, así
como nosotros no te hemos tocado. Nosotros sólo te hemos tratado bien,
y te dejamos ir en paz, y ahora tú eres bendecido por el Señor.»
(versículos 28-29).


Llegará el momento en que aquellos que te odian, envidian y tratan de mantenerte disminuido admitirán que eres bendecido.

¡Eso es una buena noticia!
La envidia no es una emoción simple e inocente. Está asociada a una compañía seriamente destructiva.


Gálatas 5:19-21 dice: «Las obras de la carne se manifiestan en adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas…»


Esta compañía apareció en Hechos 13 cuando los judíos comenzaron a hablar en contra de Pablo.

«El siguiente día de reposo casi todos los habitantes de la ciudad se reunieron para oír la palabra de Dios, pero cuando los judíos vieron tanta gente, se llenaron de celos y rebatían lo que Pablo decía, y lo contradecían y lo maldecían.» (versículos 44-45).


La envidia movió a los judíos a hablar negativamente, contradecir y blasfemar.

Los judíos querían privar a Pablo de la bendición que fluyó a través de su vida y ministerio.

Si te encuentras ejerciendo un ministerio, entonces también la envidia moverá a los demás para que intenten evitar que prediques el evangelio.

Ese es el objetivo final del enemigo.

Él quiere hacer todo lo posible para evitar que el evangelio avance con su poder transformador.
Como hombres y mujeres de fe, debemos enfrentarnos a la envidia con la Palabra de Dios.

Debemos reconocer cuándo la envidia viene contra nosotros e incluso cuando el enemigo intente infectarnos con ella.


1Corintios 3:3 dice: «pues todavía no siguen al Espíritu. Aún hay
envidias y peleas entre ustedes, ¿no demuestra eso que todavía no han
crecido espiritualmente y que actúan como cualquier otro del mundo?»
(PDT).


No seguir al espíritu, o tener una mente carnal, es tener una mente que se opone a la Palabra de Dios.

Nosotros no somos así. Hemos cambiado.
Somos Salvos. Somos espirituales.

Tenemos una mentalidad de reino. ¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría.

Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad.

Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y diabólica.

Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal. (Santiago 3:13-16).

Algunos cristianos toman la envidia a la ligera, pensando que no es algo serio.

Sin embargo, puede ser la base para toda obra de maldad, y si ésta
puede bloquear la bendición, entonces no querrás tolerarla ni por un instante.

Tú tienes autoridad sobre ella por la Palabra de Dios y en el Nombre de Jesús.


Romanos 13:13 dice: «Vivamos con honestidad, como a la luz del día, y
no andemos en glotonerías ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni
en contiendas y envidias.»

En este momento, tómate un momento para considerar las situaciones en tu vida e incluso para examinar tu corazón.
¿Es la envidia un motivador? De ser así, toma autoridad sobre ella.

Si has sido perseguido a causa de ella, mantente en fe contra ese ataque.

Si la has sentido y actuado por envidia , arrepiéntete y recibe el perdón.
No dejes que nada te aleje de la bondad de Dios.

Él está listo para explotar la bendición, y todo lo que ésta trae a tu vida. Reconoce esta estrategia del enemigo –en quienes te rodean e incluso en ti mismo–.

Las bendiciones de Dios están rebosando. ¡No dejes que nada te impida recibirlas!