¿Indiferentes frente a la navidad ?

Feliz NavidadEn países de tradición cristiana   la Navidad comienzan muy temprano.

Por ejemplo en  Europa Central pueden verse desde mediados de septiembre  productos típicos en los estantes de los supermercados.

Tanto derroche de personajes de chocolate y mazapán pareciera no significar debidamente la Navidad.

Paradójicamente, esa sociedad preocupada por cumplir con todas las tradiciones, se encuentra inmune al verdadero significado de la Navidad.

¿Será tal vez que el exceso sin significado inmuniza?

Contrariamente al ejemplo anterior pueden verse en otras latitudes del mundo personas que,

con marcado desinterés, festejan la Navidad solo porque así lo indica el calendario.

Sea por exceso o por desidia, muchas personas se están perdiendo de festejar y disfrutar el verdadero significado Navideño.

“Pero el ángel les dijo: No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lucas 2:10-11, NVI).

¡Cuán confortantes son estas palabras  !

En ellas podemos encontrar claramente el verdadero sentido de la Navidad:

El nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Y no solo eso, sino que también podemos ver todos los beneficios que trajo a la humanidad: buenas noticias, alegría, salvación.

Probablemente nos encontremos inmunes al mensaje de Navidad.

Después de haber escuchado tantas veces las mismas frases –sin conocer de manera personal su significado–, se nos han hecho huecas.

Pero hay buenas noticias para todo aquel que quiera volver a descubrir la importancia de esta festividad.

Jesús, el Hijo de Dios, nació, vivió, murió y resucitó para que toda la humanidad tenga vida y en abundancia: “yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10:10, NVI).

Ese bienestar interior que todos anhelamos es la vida abundante que Jesús nos ofrece.

Él hace posible que todo alrededor nuestro vuelva a tener sentido, aún aquello que creíamos perdido.

Él puede restaurarnos de ese estado de resistencia –muchas veces infundado– que teníamos a las cosas de Dios.

Simplemente tenemos que acercarnos a Jesús con un corazón sincero y decirle que reconocemos que hemos vivido sin Él y por lo tanto estábamos alejados de Dios a causa del pecado.

Los brazos del Hijo de Dios están abiertos para recibir a todo aquel que se arrepiente de corazón y le entrega su vida.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16, NVI).

Creer en Jesús es la clave para que la Navidad vuelva a tener significado.

Escrito por Patricia Götz