“Las profecías, El Espíritu y los conflicto”

¿Por qué Dios envía sus profecías?

  • Desobediencia o peligro de pérdida eterna.
  • Transición en el propósito.
  • Desfallecimiento.

El te declara el fin desde el principio de manera que cobres fuerzas y actives el fin.

 

No busques profecías personales, solo recíbelas cuando te lleguen.

¿Qué hacer con las profecías que recibimos?

 1º Timoteo 1:18

“Este mandamiento,  hijo Timoteo,  te encargo,  para que conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a ti,  milites por ellas la buena milicia”

 Esta palabra de peso apostólico, demanda obediencia absoluta. No es una palabra que sugiere algo o que aconseja de alguna forma. Es un mandamiento.

Este mandamiento apunta a nuestra productividad en medio de confrontación.

No importa la milicia que enfrentamos, lo importante es con que la enfrentamos.

Muchos de nosotros nos quedamos sorprendidos por las profecías recibidas, pero luego no sabemos como utilizarlas, y es ahí donde entramos en dudas: “¿si Dios me habló, porque no se cumple?”  “¿hasta cuando tendré que esperar por su cumplimiento?”  “¿si Dios me habló, porque me va tan mal?”, etc. 

Recibimiento de palabras proféticas, no es ausencia de conflictos. Es más, esta palabra nos dice claramente que aún después de las profecías hubo milicia que confrontar

Por lo tanto es imperativo que aprendamos a militar conforme a las palabras que fuimos recibiendo.

Dichas profecías nos fueron dadas porque son esenciales para el cumplimiento de nuestra misión. Para que tengamos con que militar en el momento que se lo requiera. Nos fueron dadas a fin de posicionarnos en posición divina frente al conflicto.

¿Cómo militamos con las profecías?

Génesis 1:1-5

  “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

    Y la tierra estaba desordenada y vacía,  y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo,  y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.

    Y dijo Dios: Sea la luz;  y fue la luz.

    Y vio Dios que la luz era buena;  y separó Dios la luz de las tinieblas.

    Y llamó Dios a la luz Día,  y a las tinieblas llamó Noche.  Y fue la tarde y la mañana un día”.

Vemos aquí que aunque el Espíritu de Dios se movía, nada era modificado. Aparentemente todo seguía igual, a pesar del movimiento espiritual. Nuestra pregunta a esta altura es ¿por qué esto era así? “El mover del Espíritu, sin la proclamación de la palabra es incompleto. No llega a la final realización.”

La buena noticia es que Dios no le teme al conflicto, es más se está moviendo en las tinieblas. Esta es la parte divina.

Nuestra parte consiste en declarar la palabra, lo que Dios nos ha dicho.

Recordemos que el arma del Espíritu, es la Palabra de Dios. Efesios 6:17.  Debemos proveerle una palabra al Espíritu a fin de que el lleve a cabo la obra completa. Lo que Dios nos ha dicho es la materia prima con que el Espíritu de Dios trabaja.

La Palabra que Dios nos viene hablando más el mover del Espíritu, son las armas efectivas a fin de prevalecer en todo conflicto.

Facundo Pose