Lo que el corazón necesita

En la bella ciudad de Atlántida, Uruguay. Estaba por suceder algo que cambiaría definitivamente la vida de Martin .
Nacido cerca de el río Uruguay, criado en una iglesia protestante. Martín nunca tuvo una vida dura. De padres pastores y empresarios, se casó a la temprana edad de 18 años con el amor de su vida, Diana .
Fue un matrimonio feliz. Ambos conocieron el amor cuando sus miradas se cruzaron. Él nunca había tenido novia. Su entrega fue total, pura y genuina , igual que ella. Martin heredero la fortuna familiar .
Terminó sus estudios de Arquitectura. En su matrimonio nada faltaba. Era casi perfecto. Martín siempre supo que todo lo que poseía era por la gracia de Dios. Al cual servía y amaba con todo su ser, lo mismo que su esposa.
Pero a ese matrimonio a pesar de que habían pasado ya casi 20 años, le faltaba un hijo. Ella tenía problemas ; además de su delicado corazón.
Luego de muchos intentos, un frío día de junio, en la clínica Trinidad, nacía Julián , con 3.400kg. Había copiado la cara de su madre. Ojos enormes negros y el pelo de su padre. Rubio y crespo.
Pero el corazón de Diana no resistiría, y luego de muchos intentos por resucitarla, Diana murió.
Sus ojos amarillos se tornaron en rojo de ira y dolor. Martin irrumpe el silencio de la sala con un grito desgarrador.
– ¿¡ PORQUE !? porque Dios !!
En eso le muestran a su hijo para que lo conozca. Lo toma en sus brazos lo besa y llora desconsoladamente .
Su piel rubia, era roja, sus ojos parecían encendidos. Era un hombre bello, alto. Sus ojos eran amarillos verdosos, color gato, dicen q de 100 niños nacidos uno solo nace con ese color de ojos. Martin siempre había sido un ser equilibrado. Hasta ese preciso instante. Donde su castillo de cristal se rompe en mil pedazos.
Los años habían pasado y Martín había dejado de servir a Dios y de congregarse. Solo se dedicaba a su estudio de arquitectura junto con su mejor amigo y hermano José .
No soporto vivir en Atlántida, así que junto a José se trasladaron a Buenos Aires. Donde Martin se compro un piso en Puerto Madero.
Todos los días venía Norma quien hacía no solo de empleada de oficina sino también de domestica. Una mujer chaqueña, peinaba ciertas canas ya. Piel morena y mirada triste. Servicial y honesta. Martín la llego a apreciar mucho.
Transcurría una tarde de otoño cuando Norma limpiaba la oficina de Martín que se ubicaba en su mismo departamento. Cuando Martin noto que Norma tenía puestos sus anteojos de sol. Dato curioso pues además de estar dentro, era un día nublado.
Martin se levantó del asiento, silencioso, solemnemente se acercó a Norma y despacio intento sacarle los lentes. Ella se esquivo. Tras la pregunta de Martín ella irrumpe en llanto. Y le cuenta su triste historia. Donde Rogelio su esposo la maltrata no solo físicamente sino emocionalmente. Un hombre cruel, sanguinario, y haragán. Ella como toda mujer golpeada. Miedosa de enfrentar la vida sola con 3 hijos decidió resignarse en seguir manteniendo a un hombre golpeador.
Martin indignado de tan injusta situación decide ayudar a Norma, no solo económicamente y judicialmente sino también emocionalmente.
El era un hombre que despues de la muerte de su esposa, decidió ser una persona de muchas mujeres. Pero Norma era de esas mujeres que infundía ternura y respeto.
Norma, con la ayuda de Martin puede no solo divorciarse de Rogelio, su esposo; sino también sacarle la tenencia. Martin le regala una casa para ella y sus hijos. Y la sigue teniendo como empleada. Hasta pasado unos años, Norma conoce a un hombre, gentil, que la ama y la trata como reina. Así que ella decide renunciar al trabajo de Martin. Pero no antes de recomendar a su prima Laura, para que quede en su lugar.
Laura, era todo lo opuesto a Norma. Ella era vistosa, una morena de ojos verdes. Una piel suave, un seductor antojo en su cuello, unos labios carnosos, que siempre los pintaba de color fresa. Una figura de guitarra que movía al ritmo de su corazón. Su piel siempre tenía una mezcla de almizcle y rosa. Su voz cálida y suave, siempre pendiente a hacer su tarea con excelencia.
Laura era una persona inteligente, así que el trato con Martín siempre fue ameno. Charlaban por horas, aun consejos se daban entre ambos. El trato continuo entre ellos, la soledad de Martín, y el desasosiego de Laura. Generó entre ellos algo más que un trato empleado- jefe. Al principio fueron amigos, cuando ella terminaba, se sentaban y café por medio se pasaban horas contándose cosas , aun íntimas. Una noche Martin le pidió que hiciera una cena para dos, y le pidió que lo acompañara a cenar. Ya que ese día era su cumpleaños.
La luna redonda, reflejaba sobre el río. Se veía desde el ventanal. Luz tenue, mesa para dos, candeleros. Martin puso música suave, Fausto Papetti . Amaba esa música.
Era su cumpleaños y no quería pasarlo solo. No había intención en él ni en ella, solo era una velada con la persona q dejo de ser empleada para ser su amiga y confidente.
Charlaron, de todo , hubo risas de los malos chistes que él contaba. El veía como la sonrisa de ella iluminaba la escena. No sé si fue el champagne, la soledad, o que mágica estrella se poso esa noche. Sus miradas por un momento se cruzaron. Fijaron los ojos, se fueron acercando despacio el uno del otro. Era como un imán que los atraía . Sus corazones se aceleraban. Sus cuerpos temblaban. El le robó un beso, y en ese hechizo; la tomo la mano, la invito a bailar. Al ritmo de esa suave música que inundaba el aire de esa noche. El sentía que volaba, sentía como ella respiraba. Embriagado por su perfume, la empezó a besar. Sus labios estaban sedientos de amor y ternura. Ambos comenzaron a acompañar  la música con suaves caricias .
Cuando sin querer el avergonzado sol se asoma tímidamente en el horizonte, iluminando el agua clara del río . En ese instante el hechizo se rompió. Se miraron, no supieron qué decirse y silenciosamente Laura sale de su departamento.
Pero Martín había quedado unido al corazón de Laura. Allí comenzó un amor imposible entre los dos, ya que Laura era casada . E Ambos deseaban salir de lo que sentían. Siempre despidiéndose y siempre encontrándose. Era un amor pasional, atrevido. Se llevaban tan bien que les parecía mágico. Pero imposible de perdurar. 
Una tarde Laura y el estaban  en el departamento que tenia Martín en mar del plata  , él recibe un llamado. Era la esposa de José, su amigo y socio; anunciando que José  , había sufrido un paro cardiorrespiratorio y murió.
Voló a buenos aires, era el comienzo de otra etapa de Martin. Una que le volvería a cambiar su vida y ahora para siempre.
El último deseo de José fue esparcir sus cenizas en el mar, en Atlántida, donde nació y creció. El funeral fue emotivo. Las flores esparcidas en el mar se alejaba dando el adiós a un gran amigo. Julián , su hijito, tomado de la mano de él , miraba como su amado tío partía hacia el cielo. El mismo cielo donde estaba su mamá . Esa mamá que lo abuelos y su papá le contó, cientos de veces y que jamás conoció.
Volviendo al hotel donde se hospedaban, Julián le pregunta a Martín, donde está su mamá. Él le había enseñado que los que creían en Jesús morían y se iban al cielo. Pero que aquí en la tierra había recordatorios de ellos llamados cementerios. Así que Julián ya de 7 años deseo ir a ver el recordatorio de su mamá.
Martín que desde que había muerto Diana nunca más quiso volver a el cementerio, guardó silencio. Y al rato entendiendo el derecho de su hijo, le prometió llevarlo al otro día.
Toda esa noche Martín no pudo dormir. Recordó los años felices junto a Diana, la mujer que amó. Nunca más había amado de verdad . Recordó esos años donde su corazón estaba lleno de paz y plenitud. Las veces que caminaban en esa misma playa, la misma que ese día esparcieron las cenizas de su amigo. Se durmió abrazado a la almohada y con los ojos empapados en lágrimas y la misma pregunta volvió a su corazón. ¿PORQUE?
Esa mañana amaneció soleada, se levantó, se miró al espejo y no supo porque recordó su mirada en esos años. Una mirada pura, fresca, sin oscuridades. Tan distinta a la que veía hoy en ese espejo.
Levanto a su hijo, compraron flores, para ponerlas en la tumba de Diana. Martin nunca estuvo tan callado como esa mañana. Luego de 7 años debía enfrentar una tumba a la que quiso olvidar.
Mientras caminaban, en ese angosto camino e interminable que llevaba donde estaba Diana. Martin le empezó a advertir a Julián la condición que podía estar ese monumento. Ya que desde que se construyó nunca más fue visitado. Le pareció eterno ese pasillo. Necesitaba terminar lo más rápido posible ese suplicio. Muchos recuerdos dolorosos invadía su mente. Hasta que al fin llegaron. Ahí estaba la foto de Diana, tal cual él la recordaba. Pero para su sorpresa la tumba estaba cuidada, con flores de unos días. Aún perplejo, escucha una voz detrás de él, que lo nombra.
-¿Martin ? , la voz de una mujer….
Martin se da vuelta y se encuentra con Mónica.
-¿Mónica ? Eres tú? , dice Martín
Mónica era la mejor amiga de Diana y por ende su amiga. Ellos junto con Diana y José se conocían desde pequeños. Eran amigos inseparables, hasta fueron a la misma escuela y como José, hasta la misma facultad. Conocía a Mónica hacía más de 35 años. Y desde la muerte de Diana que nunca más la había vuelto a ver.
Era ella la que se ocupó de la tumba de su amiga.
Comenzaron a charlar y Julián fue presentado a ella. Mónica ni bien lo vio al niño lo amo. Era el calco de Diana , la que amaba como la hermana que jamás tuvo.
Los invito a su casa, le quería enseñar a Julián, el álbum donde estaba su mamá y el grupo de la iglesia. Años de campamentos y aventuras que de jóvenes hacían sus padres y sus amigos. A los que hoy Julian , les dice Tíos.
Mónica era maestra jardinera y estaba divorciada. No tuvo hijos. Vivía cerca del cementerio , en un departamento sola .
Estuvieron toda la tarde, mirando fotos, recordando.
Martín se distendió, se sentía por primera vez en años, contenido y relajado. Mónica era la amiga que él recordaba. Pero nunca se detuvo a observar detenidamente que a pesar de su parálisis facial de nacimiento era una mujer bonita rubia de ojos color miel , elegante y sumamente dulce y tenía una gracia inusual .
Martín se quedó en Atlantida 20 días, necesitaba quedarse, pero no sabia porque necesitaba hacerlo.
Se veía casi todos los días con Mónica, Julián llegó a unirse a ella. Se sentía que ella lo acercaba a la madre de una forma que nunca pudo experimentar. Monica todas las tardes invitaba a Martín y Julián a la casa. Donde pasaba videos de la época donde su madre, su padre y el grupo de amigos se reunían con los jóvenes de la iglesia, haciendo fiestas y algunas veces predicando.
Un domingo Mónica los invito a la iglesia. A esa donde él había pasado sus mejores años de su vida.
Pero no fue. Solo fue Julián con ella.
Los días pasaron y Martín comenzó a sentir cosas por Mónica, que nunca antes había sentido. Pero tenía miedo, eran sentimientos mezclados con recuerdos. Nunca pudo mujer alguna ocupar en el corazón de Martín el lugar de Diana .
Camina hacia en la playa, y en la lejanía se escucha una vieja canción evangélica.
Cuando la escucha, recuerda los años vividos de joven cuando era feliz realmente. Martín se desploma en la arena y por primera vez en 7 años habla con Dios. Las mismas preguntas surgieron en el ¿Porque ? Pero esta vez no fue con ira, esta vez estaba rendido a Él. Su pregunta era más que nada una súplica.
– Fue ahí donde entendió que hasta ese momento solo apaciguó su dolor en los brazos de otras mujeres. Aun en Laura la mujer que creía amar . Sabía bien que era solo un amor adúltero, que no era el futuro ni de él ni de su hijo.
Tenía que sacar a Diana de su corazón de una vez por todas y lanzarse a la aventura de amar de verdad nuevamente.
Volvió a la tumba de Diana, ahora estaba él solo mirando esa foto . Cerró los ojos diciendo que la dejaba ir. Que había por fin encontrado a la persona que no la iba a reemplazar sino que podía seguir el camino. Ese que se llama felicidad.
Nunca más volvió a buenos aires. Martin dejó a Laura , regalándole el departamento. Laura , solo era alguien que jamás sería suya. Ambos sabían que esto pasaría. Los amores mágicos , son como las estrellas fugaces , nada permanentes.
Habia encontrado un amor para toda la vida y Mónica era la pasión, el remanso, la madre y la compañera que su corazón necesitaba.