Sobrellevando la viudez – Parte 1 –

Sobrellevando la viudez

Sobrellevando la viudez 

Primera Parte

En este estudio bíblico aprenderemos como sobrellevar la viudez. 
La situación de la persona que no tiene pareja porque enviudó es distinta en muchos sentidos a la que está soltera.

Aquí hay un duelo por pérdida, pero en este caso, por muerte.

La viuda o el viudo tienen la experiencia de haberse casado y haber vivido con alguien, y tal vez tuvieron hijos.

Aunque en el divorcio también hay una ‘muerte’ de un proyecto, en la viudez es diferente porque hay una muerte real.

Muchos viudos y viudas quieren formar pareja nueva­mente; sin embargo, cuando se les pregunta qué están haciendo al respecto contestan con evasivas y risitas nerviosas.

Las personas que no aceptan su pérdida, recurren a distintos mecanismos para evitar la elaboración del duelo.

Conocemos dos tipos de alteraciones patológicas: la anulación del duelo o la intensificación del duelo. Algunos cristianos creen que este tipo de duelo es bíblico, pero no es así.

1. La Anulación del Duelo.

El viudo o la viuda niegan tener sentimientos dolorosos; más de una vez hemos oído decir en los funerales:

‘El cristiano sabe cuál es su destino; no nos angustiemos como los que no tienen esperanza. »No sufras, está en la presencia de Dios”.

“Velatorio ¿para qué? Polvo eres y al polvo volverás”. “El Señor se lo llevó. No llores, es mal testimonio”.

La lista podría seguir. Lo concreto es que la persona considera la expresión de emo­ciones como una debilidad que no debemos manifestar.

Lo emocional, piensan, no es tan importante como lo intelectual. Creen que un cristiano debe guiarse sólo por la razón y nunca por el corazón.

Lamentablemente, a lo largo de la historia cristiana los senti­mientos han sido considerados inferiores al intelecto.

En realidad, estas personas confunden emoción con emocionalismo, expresión de los sentimientos con sentimentalismo.

Por eso se niegan, y niegan a los demás, la posibilidad de expresar las emociones. Estos viudos viven “como si no”, como si no hubiese muerto el cónyuge, como si no sintiesen dolor ni angustia.

Esta actitud de “no sentir” se relaciona con traumas o con modelos emocionales impuestos por una crianza represora.

Las personas que enfocan la vida de manera racional creen que expresar una emoción es falta de fe, debilidad interior, pecado.

Entonces guardan las emociones debajo de la alfombra o las mandan al sótano de su mente y viven como si no existiesen.

Sin embargo, en algún momento esas emociones reprimidas producen complicaciones, y aparecen síntomas psicosomáticos como úlceras, caída de cabello y muchos otros.

           A. El Muerto Sigue Vivo.

Esta actitud se presenta especialmente cuando el vínculo fue bueno.
Es más difícil ‘soltar’ los buenos recuerdos; las comparaciones son frecuentes, las memorias vuelven a la mente una y otra vez.

Somos una sociedad que «levanta a los muertos»; honramos a las personas cuando mueren.

Aunque los criticábamos y no recibieron nada mientras estaban vivos, Favaloro, Gardel, Olmedo ahora son «grandes».

La muerte tiene esa dimensión de idealización casi mágica, mística.

         B. No Poder decir Adiós a una Relación.

Cada vez que nos relacionamos con alguien hacemos un vínculo afectivo.

Ponemos algo nuestro y tomamos algo del otro. En una pareja no sólo sucede esto, también se teje un proyecto, un sueño.

Cuando un vínculo se rompe, se rompe el sueño y eso daña, duele, trae dolor.

Las cartas recibidas se convierten en cuadros; las fotos, en estampitas a las cuales se reza en silencio.

El cónyuge que ya no está se transforma en un fantasma.

Necesitamos sacar ese afecto, esa “energía” que pusimos en el otro, y eso lleva tiempo y esfuerzo.

El desapego, decir adiós, hacer el duelo, no es una tarea fácil.

Todo entierro emocional provoca dolor, y mucha gente no está dispuesta a pasar por ese camino de lágrimas y silencio.

Les parece mejor seguir soñando, seguir esperando, seguir amando al que se fue. C. Resentimiento Hacia el que Murió.

Es preciso liberarse del odio a través del perdón. Lo mejor es bendecir a la persona: dejarla ir con nuestra bendición.

No lo hacemos porque el otro se lo merezca sino porque queremos sembrar y cosechar lo mejor.

El dolor habla y dice «nunca más estaré con alguien», «siempre me ocurre lo mismo», «sé que nunca me voy a volver a enamorar», «estoy nuevamente abandonada».

No hay que escuchar las voces mentirosas. Nadie se murió por estar solo. Además, quizás vuelvas a formar otra pareja.

Para que eso sea posible, debes cerrar delante del Señor los conflictos del pasado y darlos por terminado.

          C. Resentimiento Hacia el que Murió.
Es preciso liberarse del odio a través del perdón.

Lo mejor es bendecir a la persona: dejarla ir con nuestra bendición.

No lo hacemos porque el otro se lo merezca sino porque queremos sembrar y cosechar lo mejor.

El dolor habla y dice «nunca más estaré con alguien», «siempre me ocurre lo mismo», «sé que nunca me voy a volver a enamorar», «estoy nuevamente abandonada».

No hay que escuchar las voces mentirosas.

Nadie se murió por estar solo. Además, quizás vuelvas a formar otra pareja.

Para que eso sea posible, debes cerrar delante del Señor los conflictos del pasado y darlos por terminado.

          D. Pactos con el Cónyuge.
Aunque la muerte ha roto el contrato, algunas personas lo mantienen intacto en sus emociones.

La viuda está atada por un voto de fidelidad en su mente de que “no habrá otro como él”, “debo serle fiel”, “él era mi amor eterno”.

No se permite formar pareja, porque sentiría que lo está engañando, estaría cometiendo una infidelidad mental hacia su cónyuge muerto.

Es importante no establecer este tipo de pactos de fidelidad; si los hiciste, ahora debes romperlos .

Silvina